2.3 DIMENSIONES DEL SABER
Aprehender la realidad, es propio
del ser humano: Nosotros, no sólo nos hallamos entre cosas o usamos de ellas,
sino que las aprehendemos como realidades a contemplar, descubrir o indagar,
cultivar, transformar, imaginar, atesorar y habitar. Es más, y ya lo dijimos,
también ideamos realidades que no son tales sino conceptos que nos sirven para
representarlas o hablar sobre ellas e, incluso, inventamos seres fantásticos no
reales. El animal, a diferencia nuestra,
se halla y vive entre cosas que usa, reconoce y siente, en la misma medida que
le suscitan como meros estímulos y no como realidades que estimulan. Por lo mismo, el animal tampoco elabora
conceptos, proyectos, ni fantasías; sólo “siente” y reacciona a esa parte de su
hábitat que le llega a modo de impresión-estímulo. Por ello, el conocimiento
que tiene el animal de la realidad es experiencial – sensorial - estimúlico; lo
que le impide el acceso a mundos sólo humanos como lo son: el mundo moral,
artístico, religioso, científico, filosófico y del humor. ¿Cómo entender nuestros
mundos; qué diferencia a uno del otro?
Saber es saber definir, saber discernir, saber entender:
La Gran Pregunta - Stephen Hawking - Parte 1 de 3
http://www.youtube.com/watch?v=XWCYxzMBiAw&feature=related
El ser humano no sólo vive sino que quiere entender la vida,
el Universo y el origen y destino de ambos
el Universo y el origen y destino de ambos
1.3.1 Saber discernir es saber
distinguir entre lo que una realidad “verdaderamente es” y lo que “puede parecernos
que es” (parecernos oro) o “puede aparentar
ser” (el ser humano puede aparentar sentimientos, actitudes, esto es,
intencionalmente engañarnos y aparentar, por ejemplo, ser nuestro amigo). Discernir,
sin otro calificativo, es distinguir entre lo que algo es y lo que parece ser:
Así, el amigo dice al otro “Te engañaron; tu anillo no es de oro porque se puso
negro y el oro no se pone negro; lo sé porque le pasó lo mismo a tal o
cual”. Pues bien, aunque su afirmación
esta vez sea cierta, no es un saber discernir; por lo mismo, es muy incierta;
sólo alude a un conocimiento experiencial sin mayor fundamentación científica;
del cual tampoco podrá dar mayor explicación. Saber discernir, en cambio, exige saber fundamentar la distinción
que hemos realizado entre lo que puede parecernos oro pero realmente no lo es, entre la persona que aparenta amistad y
el verdadero amigo. Así, saber discernir, en el caso de nuestros ejemplos,
requerirá que definamos qué es oro y qué
es amistad, de tal modo dar razones del por qué no debemos confundir apariencia
de oro con presencia de oro; apariencia de amistad con amigo presente. En otras
palabras, el saber discernir nos exigirá
saber definir; pues sólo así, podremos demostrar
y explicar la diferencia entre la
realidad verdadera y la aparente verdad, esto es, la falsedad.
"Primavera, verano, otoño, invierno...y otra vez primavera"
http://www.youtube.com/watch?v=VF0gvkogaR8
1.3.2 Saber definir: Cuando somos
capaces de definir no sólo discernimos una cosa de su apariencia, lo que es de
lo que no es, sino que, además, circunscribimos con precisión el perfil de esa
realidad, su esencia o los atributos que la identifican como tal; pues definir
implica explicitar o explicar los atributos propios de una realidad; su
contenido y estructura fundamental.
Entonces, si tenemos la definición de oro y de amistad, podremos afirmar
que la realidad que nos parecía oro, no lo es porque no posee los atributos del
oro y la que aparentaba amistad tampoco posee los atributos de la amistad. Peo
el saber discernir nos exige aún más; pues hasta aquí sólo estaríamos en
condiciones de afirmar qué es lo que
esas realidades que aparentan ser oro o amistad no son: Podemos afirmar no es oro, no es amistad ¿pero, entonces,
qué son?. Tomemos el caso del oro: si esa
realidad, que nos parecía oro por su
aspecto, no lo es ¿cuáles son, entonces, sus verdaderos atributos; qué
realmente es? Análogamente, en el caso del falso y aparente amigo, ¿qué
atributos existen en él que no son los propios de un amigo y, por lo mismo, qué
es? En el caso del oro, podríamos decir que lo que esa realidad sí posee y la
define son los atributos del aluminio puro el cual hoy se trabaja con rayo laser,
otorgándole una apariencia de oro. Sin
embargo, quien sabe discernir y sabe definir no los confundirá y sabrá
discernir entre oro y aluminio puro trabajado con laser. Análogamente, en el caso de quien aparenta
amistad y ya sabemos que no es tal, pues no posee los atributos de la amistad
(el amor generoso y desinteresado), indagaremos qué es y descubriremos que se
trata no de un amigo sino de un adulador que se define por su egoísmo y uso de
la persona que adula; pues sólo la alaba para obtener su confianza y,
consecuentemente, los beneficios que sí le interesan: ascenso social, económico,
placer sexual, fama, etc.
Podemos
entonces concluir que saber discernir
implica saber definir.
1.3.3 Saber entender: Pero saber
implica más que discernir y definir. Saber es poder razón del “por qué” y del
“para qué” de tal o cual realidad y su situación real. El saber entender es el
saber de las causas y principios del ser de una realidad; en respecto consigo,
con su origen y con las otras realidades. En este nivel de saber, nuestro
entendimiento inquiere por las raíces y sentido de la realidad y de su actuar. Estamos en un nivel de profundidad que nos
lleva a indagar los fundamentos del ser real: su esencia y existencia. Quien se mueve en este nivel de saber, puede
explicitar la necesidad (causas determinantes) y condicionantes (influencias)
que explican por qué las realidades son o actúan como son y, por tanto, del por
qué no son de otro modo. Entender, por
ejemplo, por qué existe la amistad, cuál es el sentido de ella en la vida del
hombre, por qué tal persona es un gran amigo o sólo simula serlo; cuál es la
actitud, actos y obras que ejerce y cómo incide en sí mismo y en otras
realidades con las cuales crea ámbitos.
En fin, en este nivel de saber
como entendimiento, el ser humano busca las razones primeras y últimas de todo,
del Universo y de su propia existencia en él. No olvidemos que el Universo es
el constructo de realidades; por lo cual, no es posible entender una realidad
aislándola del todo: El saber es sistemático. Saber algo es saberlo
sistemáticamente, en su comunidad con todo y con el todo.
Ahora bien, si el saber, a nivel de
entendimiento es sistemático, el pensamiento debe ir más allá de silogismos o
pensamientos deductivos que se caracterizan por ser lineales, es decir,
estudian las partes o la realidad como si existieran separadas del todo y
yuxtapuestas (una al lado de la otra): El aparato locomotor, el aparato
circulatorio, el aparato digestivo, la afectividad… etc., olvidándose que ellos
no son entes aislados ni abstractos, sino que conforman un todo que es lo único
real. Es lo que tratan de expresar los médicos cuando dicen: “No existe la
enfermedad sino el enfermo” y explican que un enfermo puede tener mayor daño
orgánico que otro pero, dependiendo del sentido que tenga en su vida esa
enfermedad, puede sentirse más o menos enfermo, superar o no la enfermedad.
Así, mientras el conocimiento o instrucción es lineal y deductiva, el saber es
analéctico (no lineal, es decir, no parcelado) sino integral y transobjetivo
(Ver Aula Socrática: “Hacia un estilo integral de pensar”).
Saber entender nos lleva al reto
educativo de enseñar a educir o discernir comprensivamente, jerárquicamente; pues
que la realidad sea íntegra no significa que la vista, por ejemplo, tenga la
misma importancia que las manos o el oído; es más, la importancia de cada uno
de estos dependerá de si hablamos de un pianista, de un pintor, una modista o
de un asesino. Saber entender, es saber explicitar el sentido de cada realidad
situada y esencialmente, en su mundo y en el Universo, su por qué, cómo y para
qué, su ser integral y su valor en el todo.
Saber entender implica saber definir, discernir, valorar, comprender.
Primavera, verano, otoño... (Otra lección de vida)
http://www.youtube.com/watch?v=VELLO6PeSE0&feature=related
Observación: Ahora
bien, no toda realidad es accesible del mismo modo. Para entender el ser y
comportamiento del hidrógeno requiero acceder a él de distinta forma que para
entender el ser y comportamiento de aquel niño. A la forma de acceso a las
realidades hasta llegar a su entendimiento, llamamos método. En este sentido,
debemos tener presente que saber es atenerse modestamente a la realidad y que
el método es riguroso sólo si es el adecuado para llevarnos al encuentro y
descubrimiento de la realidad. Las realidades personales, requieren de un
distinto método que las realidades materiales, si queremos entenderlas como
tales. Por ello, considerando la complejidad de la realidad, al menos para
nuestro entendimiento, la sabiduría no es simplemente un modo lógico de
conocimiento, sino una "disposición", “vocación”, “actitud” y
“dedicación” de respetuoso encuentro con la infinita realidad.
1.4 CONFUSIONES QUE DESORIENTAN LA VIDA INTELECTUAL
El hombre actual corre entre las cosas; sin tener tiempo para detenerse ante ellas ni ante nadie; tampoco ante sí mismo. Ad-mirar la perfección de un ser, requiere de un espíritu en paz, capaz de amar, esto es, capaz de ir al encuentro de una realidad y acogerla sin otro propósito que gozar de su presencia, del despliegue de su ser. Amar, entender, requieren de un ser capaz de dar de sí mismo, dedicarse a… y no ser un mero y compulsivo usuario de realidades que, sólo desea dominarlas, para sacar provecho, poder. Se supone que quienes se al saber, en cualquiera de sus formas, son personas amantes del universo que, por ese mismo amor, desean descubrirlo para cooperar con su cultivo. Pero, desgraciadamente, no es así. El hombre hace proyectos y ellos son reducidos a intereses utilitarios: dinero, poder social, político, económico, sexual...; en fin, poder. El afán de poder es simbolizado con el signo dinero: Se apoyan sólo las investigaciones por las que entran divisas; se valoran las profesionales por el estatus económico social al que dan acceso; los artistas popularizan el arte para hacerlo vendible, los medios de comunicación vulgarizan el lenguaje, los programas académicos exigen bibliografía sólo de los últimos años y no para estar actualizados respecto de los avances sino porque se rebajan sus contenidos a generalidades o datos del momento; por lo tanto, rápidamente cambiables; lo esencial y fundamental es dejado de lado, por lo cual ya no interesa el saber de los principios; las relaciones afectivas se saben superficiales e inseguras, por lo que se evitan los compromisos y los “para siempre”, se cambian por los “hasta que dure”… Toda esta situación, surge de tres desviaciones que corroen la vida del intelectual: positivismo, historicismo y pragmatismo.
1.4 CONFUSIONES QUE DESORIENTAN LA VIDA INTELECTUAL
El hombre actual corre entre las cosas; sin tener tiempo para detenerse ante ellas ni ante nadie; tampoco ante sí mismo. Ad-mirar la perfección de un ser, requiere de un espíritu en paz, capaz de amar, esto es, capaz de ir al encuentro de una realidad y acogerla sin otro propósito que gozar de su presencia, del despliegue de su ser. Amar, entender, requieren de un ser capaz de dar de sí mismo, dedicarse a… y no ser un mero y compulsivo usuario de realidades que, sólo desea dominarlas, para sacar provecho, poder. Se supone que quienes se al saber, en cualquiera de sus formas, son personas amantes del universo que, por ese mismo amor, desean descubrirlo para cooperar con su cultivo. Pero, desgraciadamente, no es así. El hombre hace proyectos y ellos son reducidos a intereses utilitarios: dinero, poder social, político, económico, sexual...; en fin, poder. El afán de poder es simbolizado con el signo dinero: Se apoyan sólo las investigaciones por las que entran divisas; se valoran las profesionales por el estatus económico social al que dan acceso; los artistas popularizan el arte para hacerlo vendible, los medios de comunicación vulgarizan el lenguaje, los programas académicos exigen bibliografía sólo de los últimos años y no para estar actualizados respecto de los avances sino porque se rebajan sus contenidos a generalidades o datos del momento; por lo tanto, rápidamente cambiables; lo esencial y fundamental es dejado de lado, por lo cual ya no interesa el saber de los principios; las relaciones afectivas se saben superficiales e inseguras, por lo que se evitan los compromisos y los “para siempre”, se cambian por los “hasta que dure”… Toda esta situación, surge de tres desviaciones que corroen la vida del intelectual: positivismo, historicismo y pragmatismo.
1.4.1 Positivismo
o materialismo metodológico:
La búsqueda de la verdad exige saber acercarse a la realidad interrogada. Si el método o técnicas elegidos para este
acercamiento, no son adecuados a la naturaleza de esa realidad, la verdad real
quedará oculta al entendimiento. A
veces, obsesionado el científico por la perfección del método en sí mismo, hará
uso de él, aunque ello signifique que desfigurará la realidad... No es la
realidad la que debe adaptarse al método de indagación sobre ella, sino el
método debe ser el adecuado a ella. El
mejor de los microscopios no te sirve para descubrir el temor de alguien, como
tampoco te sirve medir la magnitud del llanto para saber de su pena.
Precisamente,
una de las confusiones más comunes es creer el saber científico se define por
el método que utiliza y no por la perspectiva desde a cual investiga el
universo y por la profundidad de su conocimiento. El positivismo o materialismo metodológico
es ejemplo de esta confusión: Reduce la realidad y la ciencia sólo al estudio
de lo “observable, cuantificable, experimentable”, porque es lo único que con
ese método puede “capturar” o “dominar”
y ello es lo material. (También es llamado positivismo, pues “possitum”,
en latín, significa: hecho o dato observable).
1.4.2 Historicismo o relativismo: El científico confunde la realidad –por
lo tanto, la verdad real- con el conocimiento que él tiene de ella o con la
perspectiva desde la cual la mira. Cuando el paciente va al oftalmólogo y el
médico examina sus ojos, si se trata de un buen profesional, estará consciente
de que su mirada estará captando tan sólo un aspecto orgánico y que su
indicación “Usted quedará ciego”, tendrá distinto alcance para esa persona;
dependiendo de su historia personal y familiar, profesional y laboral, edad y
estado integral de salud, situación económica, reciedumbre moral y
religiosa… Saber que estamos observando
un aspecto de la realidad; ya que cada realidad es un todo; evitará que
caigamos en la confusión propia del relativismo que afirma “la verdad depende
de cada cual” o “todo depende del cristal con que se mire”. La verdad real no depende de cada cual,
pertenece a la realidad; distinto es decir que sólo conocemos un aspecto de
ella o que “creíamos” que algo era verdad pero, precisamente la realidad, se
encargó de demostrarnos la “falsedad de nuestro pensamiento”. A esta confusión se le llama historicismo
porque el científico confunde la realidad verdadera con la historia de sus
aciertos y errores que son “relativos” a sus propios límites.
1.4.3 Pragmatismo o utilitarismo: Prágmata significa “cosa, útil”; el
pragmatista confunde valor con utilidad; pues para él sólo es valioso lo que le
sirve para algo. Tengamos presente que
valor es la real perfección de ser de algo y que nosotros podemos, además, elevar
al rango de valioso ciertas realidades que personalizamos. Así, por ejemplo, el escritorio en que
escribía sus poemas Gabriela Mistral o una blusa que fuera de ella, hoy son
“piezas de un museo nacional. Como
tales, no pueden ser usadas sino sólo contempladas. En cuanto las personas son tales, no pueden
ser consideradas cosas, esto es, medios que son para obtener algo que es
superior al medio. Un lapicero es un
medio que sirve para escribir; lo importante es
la finalidad del medio: escribir.
Si el lápiz no escribe, lo desechamos o vemos que otra utilidad podemos
darle pues, por sí mismo, no lo consideramos.
Una persona puede prestar muchos servicios a una comunidad; sufre una
enfermedad que le impide seguir colaborando; por el contrario, debe ser ella
ahora atendida. Con la persona, no
podemos tener la misma mirada que con el lápiz: si no es útil, se la bota. El utilitarista, sin embargo, sólo da valor a lo útil; por ello, no
considera la búsqueda del saber por sí mismo, sino sólo en cuanto reporta
beneficios también útiles.
1.5 FORMAS
DE SABER
De acuerdo con el descubrimiento y/o realización de los valores -bien moral, belleza, verdad - y la búsqueda o cultivo, en orden a una mayor utilidad o provecho de la naturaleza, el saber puede ser: saber actuar, saber obrar o hacer algo y saber descubrir.
1.5.1 Saber actuar dice relación
directa con nuestro ser en cuanto orienta nuestras decisiones de vida. A
diferencia de nuestra esencia, nuestra existencia no está hecha; debemos
decidir en cada segundo el cómo existirla, realizarla. Tomar una decisión correcta no es fácil; pues
podría ser una elección conveniente pero injusta, correcta pero no prudente, correcta
pero que atenta contra un bien mayor, un bien común o un Bien Final… El saber actuar dice relación directa con el
saber moral, dando lugar a una disciplina filosófica que llamamos ética. Sólo el ser humano es un ser moral que, por lo mismo, puede actuar contrariamente a la
moral, esto es, inmoralmente. El
animal no es moral ni inmoral sino amoral;
el hecho de no ser consciente de sus actos, de no tener otras opciones que
las que determina su naturaleza y hábitat, le exime de hacerse responsable de
sus actos.
El saber ético o saber de la
moral, tiene que ver con el saber discernir entre el verdadero bien y el aparente
bien o mal, el saber de las virtudes, principios generales que rigen los actos,
calificándolos de buenos, menos malo, más malo o perversos, la casuística que
estudia los atenuantes y agravantes, el mérito o inocencia, la deontología o ética profesional que
estudia los deberes propios de cada profesional.
1.5.2 Saber hacer algo es el saber del
tecnólogo que nos dice cuáles son los principios que explican el cómo funcionan
las realidades, de tal modo poder perfeccionarlas, transformarlas, inventar
instrumentales u otras realidades que, en forma natural, no se habrían dado de
la misma forma.
No es lo mismo saber hacer algo
que “hacer algo”. El obrero u
operario “hace algo”, por ejemplo, arma un auto, de acuerdo con las
indicaciones que se le entrega, pero no
sabe los principios de su quehacer: el qué, para qué, cómo y por qué de cada
pieza y sus funciones. Quien sabe hacer
algo es el técnico. Ahora bien, en este saber interesa no sólo el
saber hacer sino la obra producida o
creada: la perfección del saber y la perfección de la obra. Si la finalidad
de la obra es ser útil, hablamos de saber
técnico y a la obra damos el nombre de producto, medio, instrumento. Si el
ingenio de quien tiene el saber hacer técnico es tal, que no sólo entiende los
principios de su quehacer sino que es capaz de inventar o crear un producto o
mejorar otro, hablamos de ingeniero.
Si la obra es fabricada en serie, hablamos de producción industrial y, si se elabora un objeto que sea útil y, al
mismo tiempo, guste, se emplea el término “bonito-a”: un vestido bonito, un
vaso bonito, un ornamental bonito, una artesanía. Si el saber
hacer tiene como finalidad la creación
de una obra única, que exprese belleza y
no utilidad y que, además, exprese el estilo, ideas, sentimientos de un
momento también único en la biografía del artista,
estamos ante la llamada obra de arte
y a ese saber le llamamos “saber artístico.
1.5.3 Saber descubrir es el saber del
filósofo o científico; implica un saber indagar, esto es un saber descubrir que
permita discernir, definir y entender la verdad real o situación real que se
indaga. Dado que la verdad es real,
pertenece a la realidad, la verdad no se inventa: se descubre y luego,
demuestra. Demostrar la verdad es dar
razones, fundamentos, del por qué necesariamente algo es tal como es.
Complementar con el artículo “¿Qué es investigar?” de Xavier Zubiri
(Cf. http://www.zubiri.org/general/xzreview/2005/pdf/zubiri_2005.pdf )
Complementar con el artículo “¿Qué es investigar?” de Xavier Zubiri
(Cf. http://www.zubiri.org/general/xzreview/2005/pdf/zubiri_2005.pdf )
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