La pedagogía es dialógica; la palabra es promesa, lleva por
caminos de respeto.
Fácil
es hablar; pero difícil es ser hombres de palabra. Mayor problema cuando con
palabras nos presentamos, comunicamos, elaboramos y expresamos nuestros
pensamientos, sentimientos y creencias, creamos un poema y conformamos diversos
ámbitos de existencia. Uno de los
mayores retos educativos es devolver la fuerza que se encuentra en el sentido
de la palabra; un sentido que la trasciende pues es vehículo de acceso a la
realidad, a un sentido real, a una teoría, al arte o a la fantasía. Más aún, la
palabra es puente entre tiempos que trascienden el momento cuando es promesa o
juramento; es rito cuando celebra y misiva o diálogo cuando traspasa las
barreras de las individualidades o máscaras, en el auténtico encuentro.
Por
ello, cuando el hombre se desvincula de la realidad, de su propia realidad, de
los valores, entonces, la palabra pierde su sentido, rebaja el juicio a
prejuicio y los símbolos o ritos a mero formulismo. Esta es una de las razones del por qué hay
tantos fariseos y profesionales que hacen de la existencia y de la profesión
tan sólo un buen o mal negocio. Fácil es
deducir la importancia de la palabra en el educador, cuando a través de ella
enseña, elevando las realidades o situaciones vitales a puntos de encuentro
pedagógico: la pedagogía es dialógica.
Nombramos la realidad para enseñarla, para invitar al educando a acceder
a ella, a realizar su propio camino de descubrimiento. Múltiples miradas
dirigidas a un punto de unión y un lenguaje para pensar y colaborar en el
descubrimiento. La verdad real está en la realidad; es la realidad; nosotros
sólo intentamos descubrirla; si lo logramos, nuestros pensamientos y palabras
serán verdaderos...
D.
Luís López González, recordado
profesor, decía…
“…las palabras almacenadas en diccionarios cobran la capacidad de
hacer desfilar imágenes o, por último, desfilan ellas mismas con su carga de
ausencias. Allí resbala la mente sin
asidero, sin rumbo. Murallas de papeles
crecen y se extienden entre el hombre y las cosas como un mar que pretende para
sí el sello de garantía de lo real.
Y
ese mundo primero, nacido una vez al embrujo de la mirada del hombre, le llama
desde lejos. La nostalgia rompe las
barreras del papel y las palabras, y queda otra vez a la vista aquello que
estaba simplemente ahí.
El
hombre emprende ese viaje, por cierto a través del lenguaje, pero ahora bajo su
dominio, como un mundo propio, en virtud de un llamado que escuchó.
Por
ese camino”
El pedagogo se hace presente a
través de la palabra; con ella apela e invita al educando a recorrer un camino
que les lleva a un punto de encuentro, a una realidad común. La pedagogía es diálogo que insta a la
comunión de las almas, en una realidad que las une y trasciende: en el árbol o
música contemplados o hechos poema, en el hogar, en los hijos o en la escuela,
en la música... Por ello la palabra
exige el amor; de lo contrario, se autodestruye.
Convicciones…
Las
convicciones no son meras ideas sino ideas que, asumidas como verdaderas, se
constituyen en principios de vida. Por
lo mismo, son fuerza, criterio de decisión, dirección, fundamento y nutriente.
Se trata de ideas en las cuales confiamos, desde las cuales vivimos. Por ello,
en medio de los embates nos ofrecen su
fortaleza, permitiéndonos salvar el caos, las debilidades, los temores.
En
una educación pluralista, democrática y globalizada, donde las tecnologías de
la información y comunicación ponen el mayor número de diversidad de ideas y
credos al alcance masivo, el educador tiene como misión esencial enseñar a
tener convicciones que, como ya dijimos, orienten al educando, ayudándole a
tomar decisiones dignas de su condición humana; de lo contrario, será fácil
presa de posturas impensadas, sólo emocionales, de alto riesgo que, lo más
seguro, le enajenarán degradándolo.
Muchos
creen que tener convicciones implica no respetar, ser prepotente, dogmático,
intolerante; suponen que el respeto por la diversidad requiere de una postura
neutral, indiferente, tibia, adaptable. Todo lo contrario, de lo contrario el
diálogo no se distinguiría del monólogo.
Erróneamente, se pone de moda un bondadismo (también llamado
permisivismo, historicismo o relativismo) que da por bueno, verdadero y bello
todo, sin ningún discernimiento, impulsando los lemas “cada cual tiene su
propia verdad”, “lo que es bueno depende de cada cual”, etc. De esta forma se crean el caos más grande en el ámbito de
la verdad, se impiden todo verdadero diálogo pues cada cual va por rutas
paralelas (según “su” verdad, bien y belleza) y, llegado el momento del cruce
de decisiones, obviamente primará la ley de la selva. Así, las convicciones y
el ser una persona de principios desaparece, para dar lugar a la primacía del
ser “funcionales”, “acomodaticios”, “hacer lo que se puede y no lo que se
debe”, etc. El respeto por la diversidad no se opone a la convicción que
expresa fidelidad a los principios; a lo que se opone es al fanatismo
(absolutismo, despotismo) que absolutiza un pensamiento o credo para imponerlo
arbitrariamente a los demás, en vistas de las propias conveniencias y no de
auténticos principios que sólo pueden emanar de quienes aman la verdad, el bien
y la belleza.
Estilos
de vida y culturas diferentes, exigen una actitud dialogal que acepte la pluralidad
de ideas, creencias y culturas; por lo mismo, el educador debe enseñar el amor
por el Universo, el descubrimiento de los valores, el respeto, el ser hombres
de palabra, el diálogo. Pero, ¿qué es
pluralismo; cómo se diferencia del relativismo?
Pluralismo…
Cada
cultura representa una forma de vivir el universo, un mundo único. La persona humana no actúa frente a un
Universo sin más (constructo de realidades) sino desde, en y ante el mundo que
ha ido el conformando el mismo ser humano, a través de su historia. El hombre
habita el Universo, toma conciencia de él, le da un sentido en respectividad
con los mundos de los otros hombres: acojo y respeto el sentido que das a “esa
obra de arte”, a “ese ritual y símbolos”, a “esa mascota”, a “tu escuela”, a
“tus padre”…. Nuestro mundo es co-creación y, si bien es cierto que el mundo se
sustenta en la realidad, también es cierto que una vez otorgado un sentido a
esa realidad, ya no nos enfrentamos (encontramos) con ella como mera cosa u
objeto sino como realidad – sentido o sentido-real (nuestro sentido), obra cultural.
Esto
así, las culturas son realidades transpersonales (ambitales dice López Quintás)
que trascienden la perspectiva personal. Las palabras me ofrecen sus
posibilidades y las elevo a la categoría de poema; el poema me trasciende y se
ofrece como tal a otros que sean capaces de apreciarlo. La realidad adquiere un
sentido que ofrece posibilidades enaltecedoras: la dignificamos envolviéndolas
con nuestro ser que trasciende; las elevamos a rango cultural: el ruido aparece
como sonido en el juego con los silencios significativos, con la palabra que se
transporta hasta el alma del otro, con la música que contemplamos o que impulsa
un baile… Sí, el hombre debe aprender a distinguir el ruido de la música, la
palabra de la charlatanería o grosería… de lo contrario sucumbiremos. Tal como lo decía Antístenes, el día que se
condenó a Sócrates: “Las
ciudades perecen cuando no saben distinguir los buenos de los malos»
No toda obra
es cultural sino aquella que es constructiva para el alma, aquella que potencia
la creación porque la hace más perfecta, más bella. Atenta contra la cultura
quien hace uso de las realidades dignas o dignificadas, usa en forma desmedida
o sin sentido las usable o no cultiva (cuida) las usadas. En esta situación, las acciones del hombre no
pertenecen al mundo de la cultura sino de la anticultura (llamada por algunos
“cultura de la muerte”); así se entiende toda suerte de violencia, intrusión,
reduccionismo, violaciones, esclavitud, corrupción, guerra, genocidio,
avaricia, etc.
Una
pedagogía que respeta la diversidad, se debe sustentar en una pedagogía de la
cultura que antes enseñe a entender el sentido de la naturaleza y de las obras
que realiza el hombre para la realización de su existencia; que enseñe el discernimiento
y el diálogo entre diversos. Diverso
indica distinto pero no necesariamente opuestos; distinta perspectiva pero
encuentro en un nivel de mayor profundidad y dignidad humana; implica
complementariedad o bien, visiones distintas que pueden dar lugar a adversarios
en ideas pero no a enemigos que tienen como principal meta el destruirse. Se
necesita de una pedagogía que enseña a descubrir el sentido del ser, del hacer,
de la obra y del saber sobre ellos; pues sólo de esta forma encontraremos el
punto de unión que requiere la comunicación de lo diverso para lograr el
encuentro, el diálogo y erradicar la violencia. Si yo entiendo el sentido de la
Biblia, seré capaz de entender y valorar el sentido que tiene el Corán para ese
otro hombre; no lo consideraré un inferior sino un semejante, un dialogante:
seremos dos logos, dos credos, dos ideales pero que entran en comunión porque
ambos saben el sentido de lo sagrado, de lo revelado, del misterio: ambos han
sido educados en respeto y son capaces de entrar en comunión siendo diverso
pero unos en el amor que es siempre benevolente. Somos personas; cada una diversa a las otras,
cada una íntima y trascendente; en fin, es tanto lo que es común a todo hombre
de bien: el anhelo de hacer algo por los demás, por la naturaleza, por la
familia, por ti mismo; el deseo de superar ignorancias y egoísmos para dar lo
mejor de sí, el formar una familia y tener un trabajo que sea una forma de
servir a los demás… también nos es común el cansancio, la impotencia, el
sentirnos traicionados, el desear compañía, la celebración, el buen descanso,
el hambre, el frío, el momento de comodidad, la esperanza, los temores, el
valor y el coraje de ser, la fe y las dudas… la dignidad y complejidad de
existir confirmándonos en esa dignidad... …
Nuestra
visión de mundo va más allá que una simple manera de ver las cosas: determina
nuestra visión de los valores, principios y criterios que decidirán nuestras
acciones y ruta de vida; conforma nuestro criterio y proyecto de vida en correspondencia
con los demás, nuestra convivencia, pues no somos seres aislados. Cada decisión que tomamos en nuestra
intimidad, cada acción u omisión de la misma, afecta a los demás. Por ello,
para la comprensión, respeto, diálogo entre los hombre; para la armonía o paz,
se requiere de una actitud personal y de una pedagogía que acepte y promueva la
pluralidad de ser, pensar, creer, hacer, sentir. ¿Qué es, entonces, pluralismo?
Ya podemos deducir que al menos no es dogmatismo: pero tampoco relativismo o
neutralismo.
Resumamos
en vistas de aclarar este concepto tan usado: Para el dogmático, la propia
visión de mundo es la única legítima y admisible; superior a toda otra, es
perfecta, absoluta. Quien respeta el pluralismo, tiene convicciones pero no es
absolutista. Para el relativista, todo es posible; no hay verdad, bien ni
belleza; depende del momento, de cada cual... El relativismo, por lo tanto, es
una postura dogmática que niega todo valor real pues rechaza la verdad real
para dar al hombre el poder de decidirla según su mirada, conveniencia o
comodidad pero sin afán de verdad. El relativista suele mostrarse como acrítico
o neutral: todo puede ser o no ser. Existen posturas relativistas donde
abiertamente prima el pasotismo, la indiferencia, el no hacerse cargo de la
realidad; otras, pelean el primado de su visión tras la lucha por el poder del
más fuerte; pues cuando se es relativista, al fin y al cabo se hace lo que
determina quien sustenta el poder.
En
una actitud muy distinta, quien respeta el pluralismo, respeta sus principios y
los de los demás; por lo tanto, no es relativista sino dialogante. El
pluralismo reconoce las distintas culturas o visiones de mundo como actitudes
valiosas en cuanto tienen un mismo sentido - amar y cultivar la verdad, el bien
y la belleza- pero está, por sobre todo conciente de lo misterioso de la
realidad, de los límites del hombre a pesar de sus buenas intenciones; está
consciente de sus propios límites y de los de los demás. Conscientes, entonces, de que el Universo es
inabarcable, insondable en su totalidad, inconmensurable y trascendente a toda
posible objetivación o subjetivismo no absolutiza sus convicciones, pero
tampoco intenta fusionarlas con otras que, de hacerlo, sólo lograría aniquilar
a ambas. Para una pedagogía pluralista, lo importante es enseñar a escuchar con
respeto al diverso y a expresarse y ser escuchado respetuosamente; enseñar el
discernimiento y el entendimiento, el aprecio y el diálogo enriquecedor.
En
un mundo globalizado, de rápidas comunicaciones, por lo tanto, de fácil acceso
a una amplia gama de culturas y formas o estilos de vida y valorizaciones, urge
enseñar a dialogar, de tal modo no perder la identidad personal ni el
patrimonio cultural e histórico de los pueblos. Términos como “tolerancia”,
“sincretismo”, relativismo”, abundan en medios informativos y comunicacionales,
desvirtuando el verdadero diálogo, el respeto por la justa diversidad, la
colaboración o el trabajo cooperativo. Panikkar, filósofo que dedicara gran
parte a la reflexión sobre el pluralismo, propone una interfecundación o
fecundación recíproca de las culturas, donde las culturas se escuchen,
entiendan, reconozcan como igualmente valiosas, respeten, aprendan una de las
otras..Urge esta pedagogía inter-fecundadora o de encuentros para instar a
valorar la situación actual del mundo en que vivimos y hacernos bondadosamente cargo de él.
Panikkar
estima que uno de los errores que impiden el encuentro entre culturas diversas
es el intento de unirlas cuando lo que se debiera propiciar y enseñar es el
respeto, la admiración y el diálogo entre diversos. ¿Tendría sentido que un
católico solicitara la intercesión de la Virgen, mirando hacia la Meca? No
¿verdad? Lo que sí tendría sentido es admirar su fe, su respeto por lo sagrado,
su misticismo… Quien posee una visión pluralista no absolutiza sus
convicciones, pero tampoco intenta fusionarlas, pues de esta forma aniquilaría
ambas.
El arte de escuchar o la hermenéutica diatópica
*
La hermenéutica morfológica
permite transmitir el patrimonio cultural presente a quienes no lo tienen a su
alcance: padres a hijos, profesores a alumnos, expertos a inexpertos, etc.
Permite ponerse en el lugar del educando: una especie de descenso para luego
ascender junto a él.
*
La hermenéutica diacrónica
permite traspasar la barrera de los tiempos para conocer estilos de vida o
culturas distantes en el tiempo: tener conocimientos de la cultura egipcia,
maya, etc.
* La hermenéutica diatópica nos permite traspasar las barreras de lo
distante por ser "lo otro" "lo diverso"; no por lejano en
el espacio o tiempo sino por ser una visión distinta a la propia. Implica
auto-comprenderme y comprender al otro sin presuponer que el otro tiene la
misma auto-comprensión básica que yo. Para ello requerimos de una metodología
(camino):
1º Poner entre paréntesis nuestros
presupuestos, mitos, creencias... para no condicionar la interpretación del
otro. Reconocer que la realidad tiene algo o mucho de misterio para no
disminuir el valor del otro y el propio. Acoger, abrirse al otro para
entenderlo con el corazón, esto es, con amor pues "una interpretación no
es correcta si el interpretado no se reconoce en la interpretación". Cada
persona se auto-comprende y esa auto-comprensión forma parte de su ser, de su
forma de existir; por eso nosotros no la entenderemos si no entendemos cómo
ella se entiende a sí misma. Esto no significa que estemos de acuerdo con ella;
pues hay diversidades que sólo las podemos tolerar (no respetar) y, en otras,
ni siquiera tolerar pues atentan contra la dignidad del ser personal: jamás
deberemos aceptar la pedofilia o la agresión como un elemento propio de una
cultura diversa, pues impiden el diálogo y la cooperación, anulando toda
posible cultura.
2º No podemos aplicar los
conceptos de una cultura a otra pues sus contextos y, por lo mismo, carga
histórica o biográfica, situación vital, son distintos; tampoco podemos
traducirlos. Lo que sí podemos es buscar los equivalentes homeomórficos, esto
es, aquellos que en nuestra propia cultura tienen un sentido símil. ¿Es Isvara
del hinduismo mediador y, en ese sentido, tiene un valor equivalente a Cristo
de los cristianos? Sólo puede responder y entrar en diálogo quien ha dedicado
atención a ambos credos… sin partir prejuzgando o con intención de aniquilar al
otro y encerrarse a todo diálogo y consideración del “tú”
Diálogo
de culturas, interculturalidad, cooperación, entendimiento para enfrentar los
problemas que hoy aquejan a todo nuestro mundo. Es importante tener presente
que los problemas ecológicos, políticos, económicos, son síntomas o
consecuencias de un problema más radical que es causa de los mismos: Vivimos un
mundo desorientado, perdido entre sus propias producciones, conocimientos,
razón… Se requiere retomar el sentido y valor de la vida, de la existencia, de
la armonía interior y de la paz entre las diversidades culturales y la
biodiversidad de las cuales somos responsables.
A
nivel simple, a nivel de escuela hogar, es importante aprender a vivir en
armonía: armonizar las diversidades, buscar su complementariedad, descubrir el
tono adecuado para cantar a coro, a dueto o ser solista… Ello nos hace requerir
una pedagogía de la sensibilidad, de la
admiración: una pedagogía estética.
De otra forma, no podremos construir una cultura de la vida, de la paz… (Temas del Aula Socrática VI)
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